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miércoles, 9 de mayo de 2012

Sector privado se divide por un posible TLC con China

Colombia y el gigante asiático acordarán hoy la creación de un grupo para estudiar la posibilidad de un tratado. Conclusiones, en un año.

El anuncio del presidente Juan Manuel Santos, ayer a su llegada a Pekín, de estudiar en conjunto con China la posibilidad de negociar un tratado de libre comercio (TLC) con ese país dividió las opiniones del sector privado.
Mientras la industria mira con recelo esa posibilidad, el agro la ve con optimismo.
Ayer, el presidente Santos y cinco de sus ministros arribaron a la capital china, en el marco de una visita de Estado, y, de inmediato, el mandatario se manifestó dispuesto a iniciar la primera etapa que lleve a la firma de un TLC con el gigante asiático.
“Nos han dado –dijo Santos– señales positivas. Posiblemente iniciemos las conversaciones para la negociación de un tratado de libre comercio, y eso para nosotros es muy, muy importante”.
También de inmediato, el presidente de la Asociación Nacional de Empresarios (Andi), Luis Carlos Villegas, quien llegó con el presidente, expresó que no ve con buenos ojos esa iniciativa.
El gobierno colombiano cree que un TLC con China sería una “oportunidad” para venderle a este país excedentes agrícolas y pecuarios.
Pero Villegas dijo que “no es conveniente” hablar en estos momentos de un acuerdo de ese tipo con la segunda economía del mundo por el manejo que este país tiene del dólar.
Por su parte, el presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), Rafael Mejía, envió ayer una carta al ministro de Comercio, Sergio Díaz-Granados, pidiendo incluir al gremio en la comisión que estudiará la viabilidad del acuerdo comercial con China, mientras su homólogo de Acolfa (organización de los fabricantes de autopartes), Camilo Llinás, pedía hacer “un pare con los TLC” y ver si vale la pena continuarlos.
Hoy, en Pekín, los ministros de Comercio de Colombia y de China acordarán la creación de un grupo de estudio público-privado para avanzar en los alcances, el análisis y la identificación de las sensibilidades de un TLC bilateral, trabajo que debe concluir en junio del año entrante.
Para Mejía, China está mejorando su nivel de vida rápidamente y está comprando alimentos, como proteína animal, con lo cual se abren todas las perspectivas para el sector agropecuario.
“Además, está la inversión en infraestructura, sobre todo en zonas en que no somos competitivos, como ferrocarriles, carreteras y navegabilidad”.
Según el directivo, es lógico que China también exporte. Para quienes se vean afectados, hay que mirar “cómo defenderlos, y esta defensa puede ser desde cambios radicales de actividad hasta cambios con intensidad de productividad, etc.”, señaló.
Camilo Llinás, por su parte, dice no estar animado con ningún acuerdo con China, fuera de los de cooperación, doble tributación e inversiones. Incluso, acuerdos como con el Mercosur o México solo han servido para que “nos vendan más y no para exportar hacia allá”. Con China, advirtió Llinás, “la negociación sería desequilibrada, y no se debe negociar nada de la industria”.
PRIMER ENVIÓN PARA QUE NOS COMPREN CARNE
En medio de las reacciones dispares entre los empresarios, el proceso va a comenzar, según advirtió el presidente Juan Manuel Santos. Se iniciará con la realización de un estudio para examinar las sensibilidades de sus mercados, el cual puede tardar más o menos un año, para proceder luego a emprender el itinerario a que haya lugar.
Más específicamente, como lo explica el ministro de Comercio, Sergio Díaz-Granados, se conformará un grupo de estudio público-privado que permita avanzar en los alcances, el análisis y la identificación de las sensibilidades de un TLC bilateral, trabajo que debe concluir en junio del año entrante.
Este mecanismo es similar al proceso iniciado con Japón hace cerca de ocho meses, y que llevaría a que el mes entrante se anuncie el comienzo de negociaciones.
En el caso de China, se aprovechará la presente visita para firmar un memorando de intención que establece el compromiso de dar este primer paso.
Antes de que se firme un tratado, lo que puede tomar años, Colombia le va a pedir a China que abra sus puertas al mercado de carne bovina y, posiblemente, de lácteos.
Según Santos, “en el caso colombiano lo que queremos es atraer la inversión china y que nos abran los mercados.
Eso se va a traducir en más empleo para los colombianos.
Estamos muy esperanzados porque las señales que hemos recibido son muy buenas. China quiere encontrar fuentes de crecimiento y ha identificado a Colombia como una de ellas”.
Agregó que “vamos a iniciar un proceso para que las autoridades nos permitan la importación de carne. Si logramos eso, tendremos asegurado el mercado de la carne para todos los ganaderos colombianos”.
El ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, explicó que con China se podría iniciar una “segunda generación de TLC, es decir, en la que Colombia tendría especiales ventajas para la exportación de alimentos”, pues China es hoy un importador neto de estos productos.
Dijo que, a diferencia del TLC con Estados Unidos, un país exportador de alimentos, China es básicamente un comprador de muchos renglones en los que Colombia es competitiva.
YUAN, BARATO ARTIFICIALMENTE
Para Luis Carlos Villegas, presidente de la Andi, no es conveniente un TLC con China porque Colombia básicamente ofrece energía y materias primas y China, agroindustria y manufacturas, canastas muy distintas que hay que equilibrar.
Así mismo, la moneda china –el yuan– es artificialmente barata, mientras países como Colombia absorben las crisis del euro y el dólar.
¿ACUERDO COMERCIAL? SÍ, PERO NO
Jorge Humberto Botero  Exministro, socio de Araújo-Ibarra
Parecería obvio que nos interesa un TLC con China, que a la vuelta de pocos años será la primera economía mundial.
Es ya el tercer destino de las exportaciones colombianas y nuestro segundo proveedor, luego de Estados Unidos.
China es un gran comprador de alimentos, especialmente de proteína animal; si se convierte en un comprador confiable y de largo plazo, el impacto positivo en la ganadería nacional sería de magnitudes insospechadas. Para que ello sea factible, hay que comenzar con los protocolos sanitarios y la celebración de los contratos que nos den las seguridades requeridas.
Garantizada la demanda, habría que acometer una transformación profunda de un sector cuya productividad es baja.
Nos interesa que empresas chinas realicen en nuestro país procesos de agregación de valor a bienes manufacturados que podrían ingresar a los Estados Unidos libres de arancel si cumplen las reglas de origen previstas en el tratado Estados Unidos –Colombia. Para estos propósitos, el capital y la tecnología chinos son de singular valor.
Pero hay asuntos que requieren especial cautela.
China no es una economía de mercado: no es posible vender a quien uno quiera, en las cantidades, calidades y precios libremente estipulados. La regulación no es transparente y la seguridad jurídica es en extremo precaria.
China maneja el tipo de cambio con amplia discrecionalidad para estimular sus exportaciones y crear barreras de acceso a su mercado interno; el crédito bancario para las empresas nacionales es ampliamente subsidiado.
Los Estados Unidos no han logrado hasta ahora que estas distorsiones, que pueden ser ruinosas, se corrijan.
Por último, China es una gran amenaza para la oferta industrial colombiana como consecuencia de su estructura salarial y de unas políticas laborales que aquí serían inadmisibles.