Desde hace varios meses la prensa nacional ha sido escenario de un encendido debate entre partidarios y opositores del Tratado de Libre Comercio que Colombia negocia con Corea del Sur.
Mientras algunos sostienen que un pacto con la nación asiática le permitiría al país tener mayor presencia al otro lado del Pacífico, otros creen que la entrada sin aranceles de productos manufacturados en la nación asiática, golpearía fuertemente a varias actividades industriales.
Falta ver qué curso siguen las conversaciones, pero desde ahora es claro que la eventual ratificación del acuerdo en el Congreso colombiano puede ser complicada.
Sin desconocer las mayorías gubernamentales, los sectores vulnerables elevarán el tono de su voz.
Sin embargo, nada de eso sería comparable con lo que viene de pasar en Seúl, en donde fue aprobado el TLC firmado con Estados Unidos. Como se recordará, este acababa de ser ratificado en Washington en el mismo paquete en el que salió adelante el de Colombia.
Pues bien, a pesar del apoyo del presidente Lee Myung-bak, diferentes fuerzas se opusieron con todo al tratado.
El resultado llevó a que en las inmediaciones del parlamento coreano las manifestaciones fueron casi permanentes.
Y ayer, cuando tuvo lugar la última votación se presentaron serios disturbios con lo cual queda en claro que no todos los sectores de la sociedad creen haber salido ganando con el acuerdo.
La principal razón es que hay quienes piensan que las beneficiadas van a ser las firmas exportadoras de bienes industriales, mientras los agricultores y las pequeñas empresas quedan comprometidas.
Esa postura, vale la pena tenerlo en cuenta, puede influir en el curso de las negociaciones con Colombia.
